miércoles, 25 de noviembre de 2009

La corrupción en Asia Central, los nuevos males de un viejo vicio

Un fantasma recorre Asia Central, el fantasma de la corrupción política. Todas las fuerzas de la vieja Asia se han unido en santa cruzada para acosas a ese fantasma. Estas palabras, que son un símil de la introducción del Manifiesto comunista son muy válidas para la región. Quizá, si Marx viviera hoy, y hubiera nacido en Kirguistán, esta sería la segunda parte del Capital.


La corrupción, que no es un fenómeno nuevo, y mucho menos único de Asia Central, baste para ello asomarse a nuestro país, es sin embargo, un problema que se ha venido acrecentando, al grado tal que la política va de la mano con el crimen y las instituciones, de una como de otra, son ahora prácticamente inseparables.


En Asia Central, la relación entre el Estado y el crimen ha estado marcada por un paralelismo convergente, es decir, estos dos agentes, mantienen estructuras separadas, pero han encontrado un punto en el que ambas se fusionan, y éste gira entorno a los funcionarios y políticos que son indistintamente criminales y burocratas.


La debilidad de los Estados centroasiáticos, y su posición geográfica como paso de armas, drogas y dinero lavado, sobre todo la ruta Afganistán-Rusia-Europa, han empezado a minar la confianza de la población en su clase política, misma que cada vez es controlada en mayor medida por empresarios que poseen negocios poco claros, y que utilizan dichos recursos financieros para ganar amistades, comprar silencios y acallar consciencias.



Países como Kirguistán y Tajikistán se posicionan como dos de los más corruptos, sobre todo por su frontera sur. La ilícita fortuna de Akayev, los nexos con criminales, el llamado compadrazgo político, en el que coloca a sus parientes en puestos claves de la administración, y la venta de los mismos, han creado una sombra muy gris en la política de uno de los países que se consideraban posibles promotores de democracia regional.



Para los países de Asia Central, la infiltración del crimen en la política se ha reflejado en la cada vez más alejada brecha entre la sociedad y el gobierno, en la falta de crecimiento de la economía, en su endeudamiento y mala distribución, en la impunidad de criminales, el debilitamiento del Estado que es usado en contra del mismo Estado, y en elecciones cada vez más costosas y menos propositivas.


También, se ha evidenciado la diferencia entre la población rural y urbana, ya que la primera, es más proclive a apoyar empresarios locales, que con las reformas de desregularización, fueron ganando poder en las comunidades, convirtiéndose en líderes y héroes subanacionales. Mientras que en las grandes urbes, en parte, debido a la educación, se ha buscado presionar más a los políticos para no sólo mostrar sus dotes de hombres de negocios, sino también sus habilidades sociales.


Si bien, la Sociedad Civil cada vez presiona más a la clase política, como lo ocurrido en la Revolución de Tulipanes en Kirguistán, que sacó del poder a Akayev, ésta ha caído en el interminable círculo vicioso, en el que el derrocamiento de un gobierno corrupto, sólo es la puerta de entrada para otro gobierno de iguales características, y esto es porque el problema es estructural, y los cambios que la Sociedad Civil quiere hacer sólo los conseguirá con soluciones que los ataquen de raíz, y que no sólo corten un cabello más de la Medusa.


Fuente de información:

Marat, Erica. The State-Crime Nexus in Central Asia: State weakness, Organized Crime, and corruption in Kirguistán and Tajikistán. Ed. Central Asia-Caucasus Institute, 2006. 139 Pp.

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Como citar el artículo: Herrera, Héctor. "La corrupción en Asia Central, los nuevos males de un viejo vicio", en "El águila, el jaguar y la serpiente", http://nohoch-balam.blogspot.com/. 25 de noviembre de 2009.