viernes, 22 de agosto de 2008

La Diplomacia Insurgente: El despertar de la política exterior mexicana

Hubo un tiempo en que la voz de España llenó los ámbitos del mundo. Su criterio político se imponía implacablemente en todas las cancillerías de Europa, incluso en la del Vaticano. Un simple deseo de Fernando el Católico bastó para obtener derechos indiscutibles sobre un continente, apenas vislumbrado, cuatro o cinco veces más extenso que la Europa occidental[1]

Luis Chávez Orozco.

Para comenzar, conviene saber que un insurgente no es un simple rebelde, sino que ejecuta una acción legítima al usar su libertad para oponerse a lo establecido. “Como lo indica su significado, se deriva del verbo latino insurgere, compuesto por el verbo surgere y la preposición in, y significa levantarse en contra, sublevarse”.[2]
En el contexto mexicano de principios del siglo XIX, los insurgente fueron los opositores al régimen colonial imperante, y aún cuando entre ellos había ciertas diferencias ideológicas, todos buscaban un cambio en la estructura social de la Nueva España.
Si tomamos en cuenta, que la guerra de independencia no fue sólo resultado del juego de fuerzas interiores, sino también de las contradicciones y movimientos externos, sería de gran utilidad considerar la actitud que tomaron los diferentes caudillos insurgentes para adecuarse a la coyuntura internacional, y las acciones que emprendieron con el fin de obtener el máximo número de ventajas y aliados externos que garantizarán el éxito del movimiento revolucionario.
Desde el primer enviado mexicano al exterior, el 13 de diciembre de 1810, Pascasio Ortiz de Letona, hasta los enviados de Iturbide, todos tenían instrucciones precisas, que iban más acordes a las necesidades inmediatas del movimiento independentista y posteriormente del recién México independiente.
Podríamos decir, que en un balance general, la diplomacia insurgente es la base histórica de la política exterior que México desarrollaría después, e incluso, autores tan disímiles como Bernardo Sepúlveda Amor[3] y Vicente Lombardo Toledano[4], señalan que algunos de los más gloriosos principios de la política exterior mexicana en la actualidad, como la no intervención, la autodeterminación y la solidaridad latinoamericana provienen de los primeros diplomáticos insurgentes.
El trabajo en el exterior por parte de los revolucionarios fue arduo, y si bien, no cumplió de manera absoluta con todas sus metas, formó una nueva concepción internacional de México, al mostrar que el país no necesitaba de terceros Estados para mantener relaciones exteriores.

Fray Servando Teresa de Mier, uno de los grandes personajes en la historia mexicana, pudo, a través de las logias masónicas, obtener adeptos y simpatizantes a la causa mexicana, sobre todo en Europa, de igual forma, Javier Mina, se valió de los mismos contactos para conseguir un mayor apoyo.

Sin embargo, uno de los mayores errores que cometieron los insurgentes, fue creer que Estados Unidos se comprometería verdaderamente con el movimiento de independencia, ya que no había motivos pata creerlo así, sobre todo tras el asombro que los mapas de Humbolt les había causado a los dirigentes estadounidenses, y a las excelentes y estratégicas relaciones que mantenían con la Metrópoli, España. Incluso, el propio Fray Servando, se equivocaba al atribuir la falta de auxilio de Estados Unidos al hecho de que no se le había solicitado abiertamente, cuando en realidad, las primeras misiones tenían como principal objetivo obtener armas, dinero y reconocimiento de parte del vecino país del norte. Más tarde, Gutiérrez de Lara, con la experiencia en el manejo de la política estadounidense, llegaría a la conclusión de que México tenía que luchar sólo por su independencia.

Debemos tener en cuenta, que Estados Unidos no fue el único destino de la diplomacia mexicana, ya que varios países del Sur de América fueron visitados por personajes como Tadeo Ortiz, cuya labor ayudó a fortalecer los vínculos con América Latina, y acercarse a los hermanos movimientos independentistas del continente.

Pero quizá el mayor logró en planeación se dio tras el Plan de Iguala, el cual significó una institución de fuerza que garantizaría el orden, ya que una vez que el movimiento de independencia se fortaleció, México nacía a la vida independiente, y con el imperio de Iturbide, comenzaba un gobierno que buscaba un mayor acercamiento y un reconocimiento exterior.

Tras el dictamen de Azcárate, comienza una definición de objetivos por parte del país, y un proyecto a futuro sobre lo que debería ser la política exterior mexicana. El documento que fue presentado a la Soberana Junta Provisional Gubernativa del Imperio, en palabras de Chávez Orozco, “….constituye el monumento primordial de nuestra historia diplomática, no solamente por ser el más antiguo que produjo la mentalidad de los directores de la política interna inmediatamente después de nuestra independencia, sino porque en si mismo radica un enorme valor, con que puede estimarse a la manera de una síntesis de la que habría de ser en el futuro la actitud de México ante el mundo internacional”.[5]

En conclusión puede decirse que la diplomacia insurgente, si bien no alcanzó todas la metas fijadas, pudo servir como impulsora de la diplomacia del México independiente, fijando una posible postura de cautela hacia Estados Unidos, un acercamiento ha países europeos como Inglaterra, una especial relación con las recién independientes naciones del sur de América, y una base de lo que serían las relaciones con Centroamérica, sobre todo antes del imperio. Además, convendría fijar, que se empiezan a perfilar relaciones más meditadas con naciones estratégicas, tales como Rusia, las Filipinas, Cuba y Puerto Rico.

Los primeros libertadores de la oprimida nación mexicana tenían claro, que la diplomacia que desarrollaran, así como el vínculo que establecieran con otros países y grupos socioeconómicos en otras latitudes, podrían definir y garantizar la independencia, así como un tránsito más tranquilo hacia un sistema político que se autogobernara.
[1] Tomado de Chávez Orozco, Luis. Historia de México. 1808-1836. Ed. Ediciones de Cultura Popular, México, 1979, pág. 7.
[2] Jiménez Codinach, Guadalupe (et. al.). Pliegos de la diplomacia insurgente. Ed. LIII Legislatura del Senado de la República, México, 1987. pág. 2.
[3] Bernardo Sepúlveda marca los principios de no intervención, autodeterminación y solidaridad Latinoamérica. Véase Sepúlveda Amor, Bernardo (prólogo). Política Exterior de México. 175 años de historia. I. Ed. Secretaría de Relaciones Exteriores, México, 1985, pp. 365.
[4] Vicente Lombardo señala que el principio de autodeterminación y el de no intervención nacen cuando Morelos declara que la soberanía nacional reside en el pueblo. Véase Lombardo Toledano, Vicente. “Los principios de no intervención y de autodeterminación de los pueblos ligados a la figura y a la obra de Benito Juárez”, en http://www.reneavilesfabila.com.mx/universodeelbuho/51/encarte51.pdf. Consultada en octubre de 2007.
[5] Chávez Orozco, Luis. Un programa de política internacional. Ed. Secretaría de Relaciones Exteriores, 1932, pág. 7.


Fuentes de Información

Bibliografía base

· Chávez Orozco, Luis. Historia de México. 1808-1836. Ed. Ediciones de Cultura Popular, México, 1979, pp. 192.

· Jiménez Codinach, Guadalupe (et. al.). Pliegos de la diplomacia insurgente. Ed. LIII Legislatura del Senado de la República, México, 1987. pp. 496.

· Sepúlveda Amor, Bernardo (prólogo). Política Exterior de México. 175 años de historia. I. Ed. Secretaría de Relaciones Exteriores, México, 1985, pp. 365.

· Chávez Orozco, Luis. Un programa de política internacional. Ed. Secretaría de Relaciones Exteriores, 1932, pág. 72.


Bibliografía de consulta

-Connaughton, Brian (et. al). Construcción de la legitimidad política en México en el siglo XIX. Ed. UNAM, México, 1999, pp. 535.

-De la Torre Villar, Ernesto. Labor diplomática de Tadeo Ortiz. Ed. SRE, México, 1974, pp. 206.

-Mather, Miguel. La frontera ruso-mexicana. 1808-1842. Ed. SRE, México, 1990, pp. 299.

-González Parás, José Natividad (et. al). La política exterior de México en el nuevo orden mundial. Ed. Fondo de Cultura Económica, México, 1993, pp. 428.

Ciberografía base

· Lombardo Toledano, Vicente. “Los principios de no intervención y de autodeterminación de los pueblos ligados a la figura y a la obra de Benito Juárez”, en http://www.reneavilesfabila.com.mx/universodeelbuho/51/encarte51.pdf. Consultada en octubre de 2007.

Ciberografía de consulta

-Flores, Jorge. “Apuntes para la historia de la diplomacia mexicana. La obra prima 1810-1824. Parte 1/2”. Instituto de Investigaciones Históricas, UNAM, en http://www.iih.unam.mx/moderna/ehmc/ehmc04/025a.html. 2006.

-Flores, Jorge. “Apuntes para la historia de la diplomacia mexicana. La obra prima 1810-1824. Parte 2/2”. Instituto de Investigaciones Históricas, UNAM, en http://www.iih.unam.mx/moderna/ehmc/ehmc04/025b.html 2006.

-Instituto Nacional de Estudios Políticos. “Azcárate y Ledesma Juan Francisco (1767-1831)”, en http://www.inep.org/content/view/4009/41/. 2007.

-De la Torre Villar, Ernesto. “La política americanista de Fray Servando y Tadeo Ortiz”. Instituto de Investigaciones Históricas, UNAM, en http://www.iih.unam.mx/moderna/ehmc/ehmc08/097.html 2006.

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Como citar el artículo: Herrera, Héctor. "La Diplomacia Insurgente: El despertar de la política exterior mexicana", en "El águila, el jaguar y la serpiente", http://nohoch-balam.blogspot.com/. 22 de agosto de 2008.

1 comentario:

Kristel dijo...

Hola!!!

Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de EE.UU.!!!
Los grandes yugos del México independiente: la búsqueda del reconocimiento de Estados Unidos de América, el endeudamiento y los traidores de la patria, y la historia se repite!.

Muy interesantes los temas de tu blog.

Atte: Kristel