domingo, 9 de diciembre de 2012

El “Quinazo” de Peña Nieto: En busca del enemigo público



Desde el gobierno de Carlos Salinas de Gortari (1988-1994), existe una tradición política según la cual el presidente entrante tiene que asestar un golpe político a un personaje que represente a los poderes fácticos, alguien cuyo poder y soberbia hayan terminado con la simpatía de la población. La caída debe ser espectacular, mientras más lo sea, mayor será la percepción de fortaleza del presidente entrante.

En enero de 1989, Salinas inauguraba su sexenio en medio de duras críticas por una elección fraudulenta, en la que la imagen del Partido Revolucionario Institucional (PRI) se había mostrado gastada y corrupta. Ante esta situación, la estrategia del nuevo al mando fue ordenar la captura de Joaquín Hernández Galicia “La Quina”, líder del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM), el cual encabezó por 30 años, así como de otros miembros de la alta cúpula de ese Sindicato. Hernández fue condenado a 35 años de prisión por homicidio y posesión ilegal de armas, las cuales fueron halladas en su casa. En 1997 le fue concedida la amnistía (CNN México).

La medida resultó benéfica para Salinas, quien de esta forma se deshacía de un personaje que le podía ocasionar problemas políticos a futuro, y que supuestamente había apoyado la campaña electoral de Cuauhtémoc Cárdenas a la presidencia (La Jornada); recuperaba así el control del Sindicato Petrolero y hacía creer al país que su presidencia combatiría la corrupción y el sindicalismo ‘charro’, democratizando México (El País).

Ernesto Zedillo, el presidente sucesor, también implementó la misma estrategia, sólo que esta vez la ocupó en contra de quien la había creado: Salinas de Gortari. El gobierno de Zedillo dio cacería a Salinas, acusándolo de los problemas económicos y políticos del país. A principios de 1995, Raúl Salinas de Gortari, hermano del ex presidente, fue arrestado bajo los cargos de enriquecimiento ilícito, tráfico de influencias, corrupción y el asesinato de Ruiz Massieu (La Nación). Salinas, siguiendo otra regla no escrita del sistema político mexicano, salió del país al dejar el cargo de presidente, emigrando a Estados Unidos, Cuba  y finalmente Irlanda. Zedillo llevó a cabo una depuración de los personajes políticos más cercanos al salinismo para sacar de la ecuación cualquier traición o pérdida de poder tanto dentro del partido como en el país, puesto que había gobernadores cercanos a su predecesor, como fue el caso de Roberto Madrazo en el estado de Tabasco.

A diferencia de Salinas, que tuvo que hacer frente al escándalo del fraude electoral de 1988 y de Zedillo que tuvo que enfrentar la crisis económica de 1995, Vicente Fox, del  Partido Acción Nacional (PAN), asumió la presidencia del país en condiciones mucho más  favorables. La salida del Partido Revolucionario Institucional de la presidencia, la cual habían controlado desde la fundación del partido en 1929 y la pulcritud de las elecciones presidenciales del 2000, fue recibida positivamente por la sociedad.

Sin embargo, Fox también intentó mostrar su colmillo político por lo cual, aprovechando el sentimiento anti priísta que se vivía en el 2000, arremetió contra el ahora senador plurinominal por el PRI: Carlos Romero Deschamps, que desde 1997 encabeza el Sindicato Petrolero y contra Rogelio Montemayor, entonces dirigente de la paraestatal Petróleos Mexicanos (PEMEX), al acusarlos de un desvío de 1,500 millones de pesos que fueron a parar a la campaña del candidato priísta a la presidencia, Francisco Labastida. El Instituto Federal Electoral (IFE) impuso una multa al PRI por mil millones de pesos, por su parte, la Procuraduría General de la República llevó a cabo las investigaciones, pero no llegó más lejos, por lo cual, en agosto de 2011 el delito prescribió (CNN México). El caso no tuvo mayores consecuencias, se dejó enfriar, en parte por el escándalo de ‘Amigos de Fox’, en el cual el PRI, en respuesta, acusaba al PAN de recibir un financiamiento durante la campaña mayor del registrado, por el cual también el PAN se hizo acreedor a una multa por el IFE; por otra parte, el escándalo paro porque Fox necesitaba de los legisladores del PRI para aprobar las iniciativas de ley que enviaría al Congreso.

Felipe Calderón, del Partido Acción Nacional, asumió la presidencia en diciembre de 2006 en un ambiente sumamente tenso, ante las fuertes protestas por irregularidades en el proceso electoral, sumado al estrecho margen con el que ganó la presidencia (0.56%) frente a su principal opositor Andrés Manuel López Obrador del Partido de la Revolución Democrática (PRD). El país había quedado polarizado como producto de una guerra sucia durante las campañas electorales y de la falta de disposición de las autoridades por un recuento de los votos.

El gobierno de Calderón también recurrió al “quinazo”, que a diferencia de sus predecesores, no tenía un destinario personificado. La estrategia fue combatir un mal que se había vuelto evidente a finales del sexenio de Vicente Fox, y que producía una sensación de impotencia entre los mexicanos ante la imagen corrupta de la policía: el crimen organizado, y en específico el narcotráfico.  El gobierno calderonista recurrió al ejército, una institución bien evaluada por la ciudadanía, y que presentaba altos índices de confianza y una percepción de poca corrupción. El golpe de Calderón, era así en contra de los cárteles de la droga, lo que le hacía ver como el hombre fuerte al frente del ejército.





El pasado 01 de diciembre, Enrique Peña Nieto, asumió la presidencia del país, lo que marca el regreso del PRI al poder ejecutivo que dejó hace 12 años. Como sus predecesores, Peña requiere un golpe de timón que le demuestre a sus detractores que es el nuevo a cargo. Al igual que Carlos Salinas y Felipe Calderón, el gobierno de Peña Nieto enfrenta una crisis de legitimidad, debido a las irregularidades presentadas en el proceso electoral, a las acusaciones de su principal opositor Andrés Manuel López Obrador, y a las protestas que movimientos como Yo soy 132 realizaron en su contra durante la campaña política.

“Según el sapo es la pedrada”, reza el popular adagio mexicano, por lo cual, según el golpe que lance, será la imagen de fortaleza que busqué proyectar.

Resulta difícil dar un nombre o saber contra quién será la cruzada que su gobierno emprenda, en parte, porque muchos de los poderes fácticos contra los que valdría la pena asestar una estocada, fueron sus aliados durante su campaña política. Líderes sindicales como Carlos Romero Deschamps, líder del Sindicato Petrolero o Elba Esther Gordillo, lideresa del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) -que ha estado en el cargo desde 1989, año en que quitó del poder a Carlos Jonguitud Barrios-, cuentan con una considerable presencia en el Congreso, del cual dependen las iniciativas de ley que enviará en los próximos años. Personajes como Emilio Azcárraga o Ricardo Salinas Pliego, de Televisa y Tv Azteca, fueron factores clave para pulir la imagen del candidato en los medios de comunicación. Políticos como Humberto Moreira o Tomás Yarrington, así como otros gobernadores y ex gobernadores, forman parte del equipo de confianza de Peña, al grado que algunos forman parte de su actual gabinete de gobierno.

El Pacto por México, así como el discurso inaugural de Peña Nieto sintetizado en 13 puntos, abordan ciertos temas que podrían llevarle a enfrentarlo con algunos de estos grupos de poder, tres son los ejes más polémicos: la reforma educativa, la democratización de los medios de comunicación y el control sobre las deudas y finanzas de los estados (El Universal), ahí surgen por lo tanto tres rivales potenciales: Elba Esther Gordillo y el SNTE, Televisa, Tv Azteca y Telmex, los gobernadores estatales.

Aún resulta pronto para saber cuál de ellos podría ser el designado ‘quinazo’ de este sexenio, probablemente la sepamos a principios del siguiente año, pero los mensajes apuntan a Elba Esther Gordillo. En sus trece puntos, el tema de la educación fue uno de los más enfáticos, en éste se espera la creación del Servicio Profesional de Carrera Docente, que establecerá las condiciones de promoción magisterial, con lo que le quita poder al Sindicato sobre estas evaluaciones (El Universal).

La designación de Emilio Chuayffet Chemor, enemigo político de Elba Esther, al frente de la Secretaría de Educación Pública, también parece confirmar que la llamada “Maestra” no tendrá un ambiente de comodidad y complacencia como el que tuvo en los dos sexenios panistas, más aún con la designación de los subsecretarios en la rama educativa, ninguno de los cuales es cercano a Gordillo. En el pasado sexenio, Fernando González Sánchez, yerno de Elba Esther Gordillo ocupó la Subsecretaría de Educación Básica, hoy se ha designado a Alba Martínez Olivé, así como otros personajes lejanos a la cuota de poder que en los últimos años era terreno seguro para el SNTE. Cuota que también incluía la dirección de la Lotería Nacional y del Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), lo que también parece lejano, puesto que el cargo se le ha concedido a Sebastián Lerdo de Tejada, quien no aparece en el círculo cercano de la “Maestra”.

Elba Esther parece haber entendido que era un blanco político desde hace algunos meses, de ahí que el Consejo del Sindicato la ratificara unánimemente por seis años más en octubre de este año, como un mensaje de apoyo político.

Como señala Zepeda Patterson (El Universal), los políticos también recurren a los golpes en contra de grandes magnates como una señal de poder, tal como hiciera Vladimir Putin al encarcelar a Mijaíl Jodorkovski, el hombre más rico de Rusia. Si bien, en México contamos con una abundante lista de grandes empresarios, encabezados por Carlos Slim –a quién se le ha visto más cercano al Gobierno del Distrito Federal en manos del PRD-, el mensaje que mandaría la detención o persecución a uno de estos hombres de negocios, podría provocar un mensaje adverso al que Peña Nieto quiere generar, al querer atraer inversión extranjera al país.

Entre otros de los puntos, mencionados en el mensaje de Peña, es de rescatar la promesa de licitar dos cadenas de televisión abierta, propuesta a la que con anterioridades se han opuesto enérgicamente Televisa y Tv Azteca, que de concretarse en su contra, mandaría un fuerte mensaje a los dueños de los medios de comunicación y defendería uno de los puntos que sus opositores, como el movimiento Yo soy 132, clamaban. Sin embargo, esta posibilidad no parece cercana, la reacción de los directivos de ambas compañías no ha sido adversa por el momento, ambas cadenas de televisión le han provisto apoyo mediático, y en ninguna ocasión se ha mencionado si alguna de estas cadenas será pública.

A diferencia de Zedillo, a Peña Nieto no le conviene atacar a su predecesor, Felipe Calderón, o arremeter contra los casos de corrupción del panismo, ya que depende de los votos de tal partido en el Congreso para impulsar sus iniciativas, de una bancada azul encabezada por Ernesto Cordero, cercano al ex presidente, y que ideológicamente ha demostrado ser afín a la postura priísta en muchos temas, entre ellos el energético y el hacendario, que prometen ser dos propuestas vitales para el peñismo.

Lo cierto, es que los anteriores presidentes realizaron tales golpes políticos sin tanto preámbulo ni con mensajes previos, en esta estrategia la sorpresa e inmediatez también cuentan. Hay quienes afirman que la reforma educativa por si sola es el ‘quinazo’ perfecto, que la remoción de Elba Esther Gordillo sobraría si se le quita el poder que tiene sobre las plazas como pretende la propuesta de Peña Nieto (El Universal). Quizá los mensajes adversos para Elba Esther sólo sean amenazas para disuadirla de buscar un mayor protagonismo político y avisarle que ‘coopera o cuello’.

Por su parte, un golpe a alguno de los gobernadores podría servir de ejemplo al resto y un intento de restaurar la lealtad y sumisión de los gobiernos estatales al federal. El pacto federal en México existió mediante el pacto del priísmo, según el cual el presidente del país era también líder del partido y por lo tanto también la cabeza de todos los gobiernos locales puesto que estos emanaban de la cúpula partidista. Con la llegada del PAN al poder ejecutivo, el acuerdo no escrito se resquebrajó; con la mayoría de los gobiernos estatales en manos del PRI, la figura del presidente como cabeza del pacto federal también se desvaneció, y con ello emergió un esquema en el que cada gobernador era una especie de señor feudal tan lejos y como llegara su jurisdicción. Un manotazo en este sentido, daría un mensaje a los líderes estatales: hay un nuevo jefe en casa.

Dentro de la lista de gobernadores, el presidente deberá evaluar cuál de ellos representa una mayor carga para su gobierno, cuál de ellos es prescindible y las alianzas políticas con las que cada uno cuenta. De entrada, deberá descartar a gobernadores provenientes del PAN y del PRD, pues un golpe contra ellos equivaldría a enemistarse con la oposición y hacer inoperable cualquier reforma en el Congreso. Por su parte, tampoco arremeterá contra los gobernadores priístas emanados de las elecciones de 2012, debido a que son nuevos en sus cargos, aún con pocos elementos en su contra, y en cuyas designaciones tuvo mayor influencia Peña, me refiero a los gobernadores Aristóteles Sandoval de Jalisco, Rolando Zapata de Yucatán y Manuel Velasco de Chiapas. Queda así una lista de 18 gobernadores, de los cuales también deberá descartar a sus aliados más cercanos. 

Tres son los candidatos ideales, gobernadores de entidades donde el priismo se ha debilitado, y que en la pasadas elecciones le dieron su voto a Josefina  Vázquez Mota del PAN, estados también donde existe un problema grave de seguridad como consecuencia de una mala administración estatal, me refiero a los gobiernos de Rodrigo Medina en Nuevo León, Edigio Torre en Tamaulipas y Javier Duarte en Veracruz –aunque este último fue señalado por Peña Nieto durante su participación en el programa Tercer Grado de Televisa, junto al gobernador de Quintana Roo: Roberto Borge, como gobernadores exitosos de la nueva generación del PRI-.

Falta ver aún como se acomodarán las piezas del ajedrez político estos primeros meses de gobierno, las principales amenazas a la imagen de fortaleza que el presidente quiere proyectar y el posible costo político de emprender una ‘cacería de brujas’ contra algún grupo en específico, lo cierto es que con los elementos hasta ahora esbozados, Elba Esther Gordillo se coloca en la primera línea de fuego, en la misma medida en que los votos que el Partido Nueva Alianza (PANAL) -cercano a la lideresa del SNTE y encabezado por su hija, Mónica Arriola Gordillo- parecen ya no ser tan importante, puesto que la apuesta de Peña Nieto es a reformas mucho más ambiciosas, mismas que no requerirán de los 251 votos exactos con los que cuenta la alianza PRI-PVEM-PANAL en la Cámara de Diputados, sino que deberá contar con el apoyo del PAN o del PRD. Sumado a lo anterior, el prestigio de Elba Esther Gordillo esta en sus puntos más bajos, los ciudadanos la perciben cada vez más, como un lastre para la educación en México.


Fuentes:

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Como citar el artículo: Herrera, Héctor. "El 'quinazo' de Peña Nieto: En busca del enemigo público" , en "El águila, el jaguar y la serpiente", http://nohoch-balam.blogspot.com/. 09 de diciembre de 2012.