Desde el gobierno de Carlos Salinas de Gortari
(1988-1994), existe una tradición política según la cual el presidente entrante
tiene que asestar un golpe político a un personaje que represente a los poderes
fácticos, alguien cuyo poder y soberbia hayan terminado con la simpatía de la
población. La caída debe ser espectacular, mientras más lo sea, mayor será la percepción
de fortaleza del presidente entrante.
En enero de 1989, Salinas inauguraba su sexenio en
medio de duras críticas por una elección fraudulenta, en la que la imagen del
Partido Revolucionario Institucional (PRI) se había mostrado gastada y corrupta.
Ante esta situación, la estrategia del nuevo al mando fue ordenar la captura de
Joaquín Hernández Galicia “La Quina”, líder del Sindicato de Trabajadores
Petroleros de la República Mexicana (STPRM), el cual encabezó por 30 años, así
como de otros miembros de la alta cúpula de ese Sindicato. Hernández fue
condenado a 35 años de prisión por homicidio y posesión ilegal de armas, las
cuales fueron halladas en su casa. En 1997 le fue concedida la amnistía (CNN
México).
La medida resultó benéfica para Salinas, quien de esta
forma se deshacía de un personaje que le podía ocasionar problemas políticos a
futuro, y que supuestamente había apoyado la campaña electoral de Cuauhtémoc
Cárdenas a la presidencia (La Jornada); recuperaba así el control del Sindicato
Petrolero y hacía creer al país que su presidencia combatiría la corrupción y
el sindicalismo ‘charro’, democratizando México (El País).
Ernesto Zedillo, el presidente sucesor, también
implementó la misma estrategia, sólo que esta vez la ocupó en contra de quien
la había creado: Salinas de Gortari. El gobierno de Zedillo dio cacería a
Salinas, acusándolo de los problemas económicos y políticos del país. A
principios de 1995, Raúl Salinas de Gortari, hermano del ex presidente, fue
arrestado bajo los cargos de enriquecimiento ilícito, tráfico de influencias,
corrupción y el asesinato de Ruiz Massieu (La Nación). Salinas, siguiendo otra
regla no escrita del sistema político mexicano, salió del país al dejar el
cargo de presidente, emigrando a Estados Unidos, Cuba y finalmente Irlanda. Zedillo llevó a cabo una
depuración de los personajes políticos más cercanos al salinismo para sacar de
la ecuación cualquier traición o pérdida de poder tanto dentro del partido como
en el país, puesto que había gobernadores cercanos a su predecesor, como fue el
caso de Roberto Madrazo en el estado de Tabasco.
A diferencia de Salinas, que tuvo que hacer frente al
escándalo del fraude electoral de 1988 y de Zedillo que tuvo que enfrentar la
crisis económica de 1995, Vicente Fox, del Partido Acción Nacional (PAN), asumió la
presidencia del país en condiciones mucho más
favorables. La salida del Partido Revolucionario Institucional de la
presidencia, la cual habían controlado desde la fundación del partido en 1929 y
la pulcritud de las elecciones presidenciales del 2000, fue recibida
positivamente por la sociedad.
Felipe Calderón, del Partido Acción Nacional, asumió
la presidencia en diciembre de 2006 en un ambiente sumamente tenso, ante las
fuertes protestas por irregularidades en el proceso electoral, sumado al
estrecho margen con el que ganó la presidencia (0.56%) frente a su principal
opositor Andrés Manuel López Obrador del Partido de la Revolución Democrática
(PRD). El país había quedado polarizado como producto de una guerra sucia
durante las campañas electorales y de la falta de disposición de las
autoridades por un recuento de los votos.
El gobierno de Calderón también recurrió al “quinazo”,
que a diferencia de sus predecesores, no tenía un destinario personificado. La
estrategia fue combatir un mal que se había vuelto evidente a finales del
sexenio de Vicente Fox, y que producía una sensación de impotencia entre los
mexicanos ante la imagen corrupta de la policía: el crimen organizado, y en
específico el narcotráfico. El gobierno
calderonista recurrió al ejército, una institución bien evaluada por la ciudadanía,
y que presentaba altos índices de confianza y una percepción de poca
corrupción. El golpe de Calderón, era así en contra de los cárteles de la
droga, lo que le hacía ver como el hombre fuerte al frente del ejército.
El pasado 01 de diciembre, Enrique Peña Nieto, asumió
la presidencia del país, lo que marca el regreso del PRI al poder ejecutivo que
dejó hace 12 años. Como sus predecesores, Peña requiere un golpe de timón que
le demuestre a sus detractores que es el nuevo a cargo. Al igual que Carlos Salinas
y Felipe Calderón, el gobierno de Peña Nieto enfrenta una crisis de
legitimidad, debido a las irregularidades presentadas en el proceso electoral,
a las acusaciones de su principal opositor Andrés Manuel López Obrador, y a las
protestas que movimientos como Yo soy 132 realizaron en su contra durante la
campaña política.
“Según el sapo es la pedrada”, reza el popular adagio
mexicano, por lo cual, según el golpe que lance, será la imagen de fortaleza
que busqué proyectar.
Resulta difícil dar un nombre o saber contra quién
será la cruzada que su gobierno emprenda, en parte, porque muchos de los
poderes fácticos contra los que valdría la pena asestar una estocada, fueron sus
aliados durante su campaña política. Líderes sindicales como Carlos Romero Deschamps,
líder del Sindicato Petrolero o Elba Esther Gordillo, lideresa del Sindicato
Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE) -que ha estado en el cargo
desde 1989, año en que quitó del poder a Carlos Jonguitud Barrios-, cuentan con
una considerable presencia en el Congreso, del cual dependen las iniciativas de
ley que enviará en los próximos años. Personajes como Emilio Azcárraga o
Ricardo Salinas Pliego, de Televisa y Tv Azteca, fueron factores clave para
pulir la imagen del candidato en los medios de comunicación. Políticos como
Humberto Moreira o Tomás Yarrington, así como otros gobernadores y ex
gobernadores, forman parte del equipo de confianza de Peña, al grado que
algunos forman parte de su actual gabinete de gobierno.
El Pacto por México, así como el discurso inaugural de
Peña Nieto sintetizado en 13 puntos, abordan ciertos temas que podrían llevarle
a enfrentarlo con algunos de estos grupos de poder, tres son los ejes más
polémicos: la reforma educativa, la democratización de los medios de
comunicación y el control sobre las deudas y finanzas de los estados (El
Universal), ahí surgen por lo tanto tres rivales potenciales: Elba Esther
Gordillo y el SNTE, Televisa, Tv Azteca y Telmex, los gobernadores estatales.
Aún resulta pronto para saber cuál de ellos podría ser
el designado ‘quinazo’ de este sexenio, probablemente la sepamos a principios
del siguiente año, pero los mensajes apuntan a Elba Esther Gordillo. En sus
trece puntos, el tema de la educación fue uno de los más enfáticos, en éste se
espera la creación del Servicio Profesional de Carrera Docente, que establecerá
las condiciones de promoción magisterial, con lo que le quita poder al
Sindicato sobre estas evaluaciones (El Universal).
La designación de Emilio Chuayffet Chemor, enemigo
político de Elba Esther, al frente de la Secretaría de Educación Pública,
también parece confirmar que la llamada “Maestra” no tendrá un ambiente de
comodidad y complacencia como el que tuvo en los dos sexenios panistas, más aún
con la designación de los subsecretarios en la rama educativa, ninguno de los
cuales es cercano a Gordillo. En el pasado sexenio, Fernando González Sánchez,
yerno de Elba Esther Gordillo ocupó la Subsecretaría de Educación Básica, hoy
se ha designado a Alba Martínez Olivé, así como otros personajes lejanos a la
cuota de poder que en los últimos años era terreno seguro para el SNTE. Cuota
que también incluía la dirección de la Lotería Nacional y del Instituto de
Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado (ISSSTE), lo que
también parece lejano, puesto que el cargo se le ha concedido a Sebastián Lerdo
de Tejada, quien no aparece en el círculo cercano de la “Maestra”.
Elba Esther
parece haber entendido que era un blanco político desde hace algunos meses, de
ahí que el Consejo del Sindicato la ratificara unánimemente por seis años más
en octubre de este año, como un mensaje de apoyo político.
Como señala Zepeda Patterson (El Universal), los
políticos también recurren a los golpes en contra de grandes magnates como una
señal de poder, tal como hiciera Vladimir Putin al encarcelar a Mijaíl
Jodorkovski, el hombre más rico de Rusia. Si bien, en México contamos con una
abundante lista de grandes empresarios, encabezados por Carlos Slim –a quién se
le ha visto más cercano al Gobierno del Distrito Federal en manos del PRD-, el
mensaje que mandaría la detención o persecución a uno de estos hombres de
negocios, podría provocar un mensaje adverso al que Peña Nieto quiere generar,
al querer atraer inversión extranjera al país.
Entre otros de los puntos, mencionados en el mensaje
de Peña, es de rescatar la promesa de licitar dos cadenas de televisión
abierta, propuesta a la que con anterioridades se han opuesto enérgicamente
Televisa y Tv Azteca, que de concretarse en su contra, mandaría un fuerte
mensaje a los dueños de los medios de comunicación y defendería uno de los
puntos que sus opositores, como el movimiento Yo soy 132, clamaban. Sin
embargo, esta posibilidad no parece cercana, la reacción de los directivos de
ambas compañías no ha sido adversa por el momento, ambas cadenas de televisión
le han provisto apoyo mediático, y en ninguna ocasión se ha mencionado si
alguna de estas cadenas será pública.
A diferencia de Zedillo, a Peña Nieto no le conviene atacar
a su predecesor, Felipe Calderón, o arremeter contra los casos de corrupción
del panismo, ya que depende de los votos de tal partido en el Congreso para
impulsar sus iniciativas, de una bancada azul encabezada por Ernesto Cordero,
cercano al ex presidente, y que ideológicamente ha demostrado ser afín a la
postura priísta en muchos temas, entre ellos el energético y el hacendario, que
prometen ser dos propuestas vitales para el peñismo.
Lo cierto, es que los anteriores presidentes
realizaron tales golpes políticos sin tanto preámbulo ni con mensajes previos,
en esta estrategia la sorpresa e inmediatez también cuentan. Hay quienes
afirman que la reforma educativa por si sola es el ‘quinazo’ perfecto, que la
remoción de Elba Esther Gordillo sobraría si se le quita el poder que tiene
sobre las plazas como pretende la propuesta de Peña Nieto (El Universal). Quizá
los mensajes adversos para Elba Esther sólo sean amenazas para disuadirla de
buscar un mayor protagonismo político y avisarle que ‘coopera o cuello’.
Por su parte, un golpe a alguno de los gobernadores
podría servir de ejemplo al resto y un intento de restaurar la lealtad y
sumisión de los gobiernos estatales al federal. El pacto federal en México
existió mediante el pacto del priísmo, según el cual el presidente del país era
también líder del partido y por lo tanto también la cabeza de todos los
gobiernos locales puesto que estos emanaban de la cúpula partidista. Con la
llegada del PAN al poder ejecutivo, el acuerdo no escrito se resquebrajó; con
la mayoría de los gobiernos estatales en manos del PRI, la figura del
presidente como cabeza del pacto federal también se desvaneció, y con ello
emergió un esquema en el que cada gobernador era una especie de señor feudal
tan lejos y como llegara su jurisdicción. Un manotazo en este sentido, daría un
mensaje a los líderes estatales: hay un nuevo jefe en casa.
Tres son los candidatos ideales,
gobernadores de entidades donde el priismo se ha debilitado, y que en la
pasadas elecciones le dieron su voto a Josefina
Vázquez Mota del PAN, estados también donde existe un problema grave de
seguridad como consecuencia de una mala administración estatal, me refiero a
los gobiernos de Rodrigo Medina en Nuevo León, Edigio Torre en Tamaulipas y
Javier Duarte en Veracruz –aunque este último fue señalado por Peña Nieto durante
su participación en el programa Tercer
Grado de Televisa, junto al gobernador de Quintana Roo: Roberto Borge, como
gobernadores exitosos de la nueva generación del PRI-.
Falta ver aún como se acomodarán las piezas del
ajedrez político estos primeros meses de gobierno, las principales amenazas a
la imagen de fortaleza que el presidente quiere proyectar y el posible costo
político de emprender una ‘cacería de brujas’ contra algún grupo en específico,
lo cierto es que con los elementos hasta ahora esbozados, Elba Esther Gordillo se
coloca en la primera línea de fuego, en la misma medida en que los votos que el
Partido Nueva Alianza (PANAL) -cercano a la lideresa del SNTE y encabezado por
su hija, Mónica Arriola Gordillo- parecen ya no ser tan importante, puesto que
la apuesta de Peña Nieto es a reformas mucho más ambiciosas, mismas que no
requerirán de los 251 votos exactos con los que cuenta la alianza
PRI-PVEM-PANAL en la Cámara de Diputados, sino que deberá contar con el apoyo
del PAN o del PRD. Sumado a lo anterior, el prestigio de Elba Esther Gordillo esta
en sus puntos más bajos, los ciudadanos la perciben cada vez más, como un
lastre para la educación en México.
Fuentes:
Como citar el artículo: Herrera, Héctor. "El 'quinazo' de Peña Nieto: En busca del enemigo público" , en "El águila, el jaguar y la serpiente", http://nohoch-balam.blogspot.com/. 09 de diciembre de 2012.