martes, 31 de agosto de 2010

El renacimiento: la herencia olvidada de oriente

La ciencia no conoce país, porque el conocimiento pertenece a la humanidad, y es la antorcha que ilumina el mundo”.
Louis Pasteur

América fue descubierta en 1492, y con ella, un nuevo mapa político, cultural, económico y geográfico se abría ante los ojos de los ilusos navegantes europeos, que creyendo haber encontrado una nueva ruta para las Indias Orientales, no se habían percatado de que súbitamente, cual rayo toca la tierra, la cartografía del planeta se había transformado, y el mundo, dejaba de ser plano para volverse redondo, cuando menos en la mente, ya que siempre había tenido la misma forma, pero ahora, al adquirir conciencia de ello, los europeos, accidentalmente, empezarían a construir uno de los más grandes imperios, y la edad de oro de Europa comenzaría.

Los siglos XV, XVI, y XVII conocidos como la era del Renacimiento, inauguraba una nueva etapa en la historia de la civilización humana, pues ésta sería la base de la mal llamada cultura occidental, que aún impera hasta nuestros días, y es que sus valores, visiones, y descubrimientos, continúan moldeando gran parte de nuestro pensamiento en la actualidad.

Los europeos, autonombrados, los defensores de estas ideas y cosmovisiones del mundo pronto comenzarían a construir una imagen de superioridad, que los colocaría como una cultura dominante, y “civilizada”, siguiendo, claro, sus propios estándares, los cuales, no hacían más que discriminar patrones y conductas ajenas a las suyas, consideradas, incluso, extrañas y primitivas. Sin embargo, la historia nos muestra, que ninguna cultura puede permanecer encerrada, e indiferente a lo que ocurre en su entorno, y el Renacimiento europeo, aquel que casi milagrosamente había destruido la Edad Media y con ella siglos de oscurantismo, demostraría ser producto de la influencia recibida de las culturas circunvecinas, e incluso, no tan vecinas.


Sin duda alguna, el también mal llamado Oriente, fue una fuente indiscutible de influencia en las ciencias, artes y técnicas de los europeos. El desarrollo de los árabes en los terrenos de la astronomía, las matemáticas y la filosofía, nutrirían, o mejor dicho, formarían a sus pares europeas, que inspiradas en sus avances, comenzarían a importar nuevos conceptos prácticos, como el uso de los números arábigos, en sustitución de los romanes, y con ello, el cheque y las letras de cambio, bases del capitalismo.

Las rutas comerciales que enlazaban a Europa con Asia y África, en especial por las especias asiáticas, y los minerales africanos, permitieron que la confluencia de ideas fuera cada vez más estrecha, en especial, cuando en el ojo del comercio no sólo estaban los productos mismos, sino las técnicas, las ideas y las relaciones que surgían de la interacción con otros pueblos, como ocurrió durante el sultanato de Suleymán, monarca del imperio otomano, que basado en el patronato artístico que su gobierno auspiciaba, permitió desarrollar un mercado cultural, y artístico, que serviría de enlace entre Oriente y Occidente.

El Medio Oriente, aquel lugar que concentraba la presencia de múltiples culturas, por su importante papel en las rutas comerciales, fue participe claro en la construcción del Renacimiento, y en el desarrollo próspero de Europa, lo que nos muestra, que ninguna cultura se construye sola, y que así como influye en otras, es influida, recíprocamente (aunque no por ello simétricamente), por éstas. Es así, que podemos concluir que no existe tal cosa como el Renacimiento europeo único, sino en cambio, el renacimiento de la humanidad.


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Como citar el artículo: Herrera, Héctor. "El renacimiento: la herencia olvidada de oriente", en "El águila, el jaguar y la serpiente", http://nohoch-balam.blogspot.com/. 31 de agosto de 2010

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