Louis Pasteur
América fue descubierta en 1492, y con ella, un nuevo mapa político, cultural, económico y geográfico se abría ante los ojos de los ilusos navegantes europeos, que creyendo haber encontrado una nueva ruta para las Indias Orientales, no se habían percatado de que súbitamente, cual rayo toca la tierra, la cartografía del planeta se había transformado, y el mundo, dejaba de ser plano para volverse redondo, cuando menos en la mente, ya que siempre había tenido la misma forma, pero ahora, al adquirir conciencia de ello, los europeos, accidentalmente, empezarían a construir uno de los más grandes imperios, y la edad de oro de Europa comenzaría.
Los siglos XV, XVI, y XVII conocidos como la era del Renacimiento, inauguraba una nueva etapa en la historia de la civilización humana, pues ésta sería la base de la mal llamada cultura occidental, que aún impera hasta nuestros días, y es que sus valores, visiones, y descubrimientos, continúan moldeando gran parte de nuestro pensamiento en la actualidad.
Los europeos, autonombrados, los defensores de estas ideas y cosmovisiones del mundo pronto comenzarían a construir una imagen de superioridad, que los colocaría como una cultura dominante, y “civilizada”, siguiendo, claro, sus propios estándares, los cuales, no hacían más que discriminar patrones y conductas ajenas a las suyas, consideradas, incluso, extrañas y primitivas. Sin embargo, la historia nos muestra, que ninguna cultura puede permanecer encerrada, e indiferente a lo que ocurre en su entorno, y el Renacimiento europeo, aquel que casi milagrosamente había destruido la Edad Media y con ella siglos de oscurantismo, demostraría ser producto de la influencia recibida de las culturas circunvecinas, e incluso, no tan vecinas.
El Medio Oriente, aquel lugar que concentraba la presencia de múltiples culturas, por su importante papel en las rutas comerciales, fue participe claro en la construcción del Renacimiento, y en el desarrollo próspero de Europa, lo que nos muestra, que ninguna cultura se construye sola, y que así como influye en otras, es influida, recíprocamente (aunque no por ello simétricamente), por éstas. Es así, que podemos concluir que no existe tal cosa como el Renacimiento europeo único, sino en cambio, el renacimiento de la humanidad.
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Como citar el artículo: Herrera, Héctor. "El renacimiento: la herencia olvidada de oriente", en "El águila, el jaguar y la serpiente", http://nohoch-balam.blogspot.com/. 31 de agosto de 2010
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