China es considerada como una de las culturas madres en la historia mundial, y es que su influencia cobró gran relevancia en sus vecinos asiáticos e impactó al mundo. Debido a su gigantesca extensión territorial, nunca fue fácil cohesionar China, y es que la división en pequeñas etnias fue una realidad desde el principio, es así como podemos hablar en este sentido de la cultura como el rasgo unificador, en especial de la escritura ideográfica -que debido a estar construida por símbolos, pudo ser comprendida por la comunicación de ideas y no de palabras- y de los valores que pronto se extendieron debido a la filosofía confuciana.
El denominado “país de enmedio” utilizó el imperialismo cultural como referente de civilización frente a los otros pueblos, llegando a enarbolarse así como el gran centro cultural de Asia. La filosofía confuciana con sus valores de jerarquización y ejemplo moralizante pronto se extendió a los confines del continente, y es que según esta ideología, debía existir decoro, respeto y reciprocidad, lo cual transformó la visión política de la sociedad, puesto que ya lo gobernantes no serían seres superiores que sancionaban y mandaban con autoridad, sino que a través del ejemplo construirían un prestigio que les permitiera crear consensos.
Es así, como el Estado chino se edifica sobre la base del confucianismo y de otras corrientes alternas e incluso antagónicas que la complementaban, el taoísmo – principal crítico del orden impuesto-, Mencio y su idea de la justicia como pilar social, Hsun dse y la concepción del hombre como ser malvado por naturaleza.
Sin embargo, el proceso de la influencia cultural no puede ser unidireccional, por lo que China también fue objeto de la presencia de otras culturas en su territorio, sobre todo en lo relativo a la religión, como el budismo de la India que penetraría en la sociedad, y que de hecho después exportaría a Japón.
Y es que este último país, en realidad tiene una deuda cultural muy grande con China, puesto que gran parte de sus valores así como de su escritura provienen de allí, sin embargo, el caso japonés resulta interesante si se analiza la manera como la sociedad asimiló los cambios culturales, y es que Japón es considerado un país dualista, es decir, un lugar donde coexisten la cultura tradicional y los valores modernos.
El monarca, en el caso del “país del sol naciente”, desempeñaría un rol como sumo sacerdote, más que como gobernante. De igual forma, la piedad filial, proveniente del confucianismo se adaptaría como patrón de conducta social.
El impacto de los elementos culturales importados sirvieron como instrumentos de unificación nacional, dando como resultado una sociedad sintética, en cuyo seno confluían aspectos pluriculturales.
El país también recibió una fuerte influencia cultural europea durante el Renacentismo en el siglo XVI, que lo obligaron a cerrar sus puertas con el fin de ajustarse a los cambios sociales. No sería abierto nuevamente sino hasta la llegada de las ideas de la Ilustración de Europa en el siglo XVIII, sobre todo, porque los intelectuales japoneses de la época se dieron cuenta que el aislacionismo sólo sirvió para conservar los privilegios de los políticos, lo que provocó que la sociedad permaneciera estática.
Sin embargo, los Tratados desiguales que Europa le hizo firmar a Japón hicieron que finalmente el país se volcará en un proceso de reorganización interna que trajo como resultado la "Restauración Meiji", es decir, una modernización con estilo japonés que cambio la economía tradicional a una industrial basada en la educación como pilar del desarrollo.
Pronto el gran desarrollo de Japón le permitió expandirse por el continente por medio de una conducta imperialista, atacando a Rusia, China y Corea, especialmente, espacios que iría ganando con mayor fuerza después de la Primera Guerra Mundial, sin embargo, en 1945, con el fin de la Segunda Guerra Mundial, Japón resultaría el perdedor de la Gran Guerra del Pacífico y con ello de su antiguo papel imperialista. Sería hasta después, con la Nueva Revolución Industrial, que el país, aprovechando los resultados de su proceso educativo viviría una nueva reestructuración que le llevaría a ser nuevamente una potencia mundial.
Fuente de información:
• Knauth, Lothar. “China: ¿Enigma o ignorancia?”, Ed. Oasis, Colección Biblioteca de las decisiones, México, 1992. pp. 11-35.
• “El trasfondo histórico de la modernidad”, pp. 145-162.
¡Feliz año 2011, que este lleno de éxitos y buenos momentos!. Gracias nuevamente por pensar el blog con nosotros y por acompañarnos a los largo de estos tres años.
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Como citar el artículo: Herrera, Héctor. "China y Japón: la realidad histórica de dos sociedades hermanadas" , en "El águila, el jaguar y la serpiente", http://nohoch-balam.blogspot.com/. 30 de enero de 2011.
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