jueves, 22 de diciembre de 2011

¿Qué hace pragmático al Estado pragmático?

-Dispense, amigo, ¿Cuánto tiempo se necesita para ir de Corbigny a Saint-Reverien?.
El picapedrero levanta la cabeza y, apoyándose sobre su maza, me observa a través de la rejilla de sus gafas, sin contestar.
Repito al pregunta. No responde.
“Es un sordomudo”, pienso yo, y prosigo mi camino.
Apenas he andado un centenar de pasos, cuando oigo la voz del picapedrero. Me llama y agita su maza. Vuelvo y me dice:
-Necesitará usted dos horas.
-¿Porqué no me lo ha dicho usted antes?
-Caballero –me explica el picapedrero-, me pregunta usted cuanto tiempo se necesita para ir de Corbigny a Saint-Reverein. Tiene usted una mala manera de preguntar. Se necesita lo que se necesita. Eso depende del paso. ¿Conozco yo su paso?. Por eso le he dejado marchar. Le he visto andar un rato. Después he calculado, y ahora ya lo sé y puedo contestarle: necesitará usted dos horas.



Jules Renard: La linterna sorda



Así como el picapedrero de la historia, el pragmatismo se caracteriza por la forma de responder y por lo tanto accionar, más que por las preguntas que se le plantean, acciones por demás libres, y es que no hay una ideología que encadene el actuar cuando lo que se busca son los resultados, la utilidad. El pragmático espera, analiza, y después reacciona o acciona, en primera instancia, sin titubeos, de allí que se valore a la eficacia como verdad y fin, más que a lo métodos.


¿Pero puede un Estado ser pragmático?. La respuesta, lejos de caer en el pragmatismo de la retórica, nos conduce a preguntarnos que es lo que tendría que tener un Estado para ser pragmático, y para ello, conviene centrarnos en el forma en la que se crea, articula y disemina el poder, ya que es éste el que puede determinar la formulación de políticas públicas y la relación del Estado con otros actores.


En los Estados Unidos, el poder se presenta de una forma atípica, puesto que no está sujeto al modelo jerárquico y vertical del Estado, sino que se muestra más horizontal, aunque no por ello homogéneo. La distribución del poder y su influencia en la toma de decisiones, representa para los sindicatos, los gobiernos locales, los empresarios, los think tanks, las trasnacionales, los militares, entre muchos otros sectores, la oportunidad de incursionar en la política. Los niveles micropolítico, mesopolítico, macropolítico y metapolítico de análisis, nos muestran la forma en la que dichos intereses se entremezclan, y de cuya dinámica emerge el aparato estatal estadounidense, no como una simple suma de sus partes, sino como un proceso de interacción y compenetrabilidad.


Si a esto le sumamos la disolución fronteriza entre la política interna y la exterior; la superposición (aunque no por ello exclusión, y mucho menos desaparición) de las libertades económicas sobre las libertades políticas, o en otras palabras, de la Razón de Mercado sobre la Razón de Estado; la existencia de un debate pragmático, en el que las izquierdas y derechas políticas se desdibujan para quitar de obstáculos la obtención de ventajas de la coyuntura; el sistema de pesos y contrapesos institucionales e extrainstitucionales; la liquidez conceptual de la soberanía y la democracia; así como la movilidad y plasticidad de la estatalidad, nos encontramos, entonces, ante un Estado pragmático, en el que, como describió Dewey en 1927, no se prescriben limites a la acción del Estado, no se insinúa que la función de dicho Estado se limita a resolver los conflictos entre grupos, ya que de lo contrario sería un arbitrio, en cambio su doctrina rehúye las inferencias acerca de que tan lejos puede extenderse la actividad del Estado, y es que definir, como muchos han dicho, lleva implícita una exclusión que impone límites y acciones.


Lejos del discurso de las grandes Reformas del Estado, que los Estados actuales se plantean, el estadounidense se transforma en silencio, avanza y retrocede, se eleva y se mete en las entrañas de la tierra, sin jamás haber revelado sus secretos.






Bibliografía:

• Orozco, José Luis. Razón de Estado y razón de mercado: Teoría y pragma de la política exterior norteamericana. Ed. FCE, México, 1992, pp. 312.

• Orozco, José Luis. El Estado Pragmático, Fontamara, México, 1997, pp. 303.

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Como citar el artículo: Herrera, Héctor. "¿Qué hace pragmático al Estado pragmático?", en "El águila, el jaguar y la serpiente", http://nohoch-balam.blogspot.com/. 22 de diciembre de 2011.

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